miércoles, 2 de noviembre de 2011

En el Pozo




Como en un pozo, sintiéndome así... ahí dentro, y luego de la caída viene el estado de coma, en el cual se torna todo negro, no hay luz, solo más túnel y más túnel en otras direcciones. Pero la única dirección que uno quiere tomar es hacia arriba, hacia la luz, se ve tan imposible de llegar, ¿Cómo subir? ... si no existe fuerza alguna que impulse, si no existe ganas que motiven. Así es el estado de coma.
Luego del desvelo que parecía eterno pero se tornó efímero.

Aparecen esas ganas de sueño eterno, de no querer despertar, levantarme. Solo estar ahí, en el pozo, con mucha quietud pero en obscuridad.
Solo se escuchan las risas desde arriba... se ven las caras mirándome y riendo, pero con otros gestos, no son las mismas caras que conocí... Eso es producto de mi alucinación, de la dimensión a la que me llevó este estado de coma. Sin piloto automático que actúe allá arriba por mi.
No veo posibilidades de hallar esa tan deseada escalera...
Rescate con cadenas...

No quiero más cadenas... no si fueron la razón por la que yo llegué aquí sin querer. Por la que cada día los eslabones cambiaban de lugar y más y más me soltaba hasta caer de a pocos.
Cadenas que atan, cadenas que queman, cadenas que matan... que golpean el alma.
Es esa luz la de ahí arriba la que te hace sentir que solo hay una cadena fuerte, capaz de resistir todo, y es la única, la de dos eslabones, no más, que no están solo agarrados, que están unidos, forjados. Así forman el símbolo del infinito.

Tengo miedo, miedo a que el pozo se llene de agua y sea demasiado tarde, que la única manera de salir de ahí sea ahogada, o simplemente no salir y como última opción salir moribunda, tan ahogada que no pueda olvidar nunca el suceso y que permanezca en mis pensamientos, día tras día atormentándome.
¿Qué hacer? todavía no escucho el agua venir... solo las risas que disminuyen cada vez más... y se escuchan más lejos. Nada está dicho, el agua no llega, sigo atada aquí, buscando luz dentro de mi para alumbrar tanta oscuridad.
Como un naufrago tratando de hacer fuego con las únicas dos piedras que tiene a la mano en la isla.

Desde ahí abajo grito: "LA CADENA DEBERÍA ROMPERSE Y QUE NO QUEDE ESLABÓN ALGUNO ATADO A NINGÚN OTRO ESLABÓN"

El destino está girando día a día, es una ruleta que cada día se detiene y luego vuelve a girar con continuidad. Las piezas se mueven, los eslabones también. Cambia, todo cambia, empiezan de una forma y se hacen inexplicablemente de otra, se unen más a la cadena. Es un juego de nunca acabar.

Pero yo no juego, no juego con fuego, no encuentro luz interna. No hago absolutamente nada.

Solo estoy en coma, y sin piloto automático.


A.P

No hay comentarios: